‘Quien llega a Vilanova de Cerveira llega a Santiago’. Así comenzábamos el Camino de Santiago que convocaba a jóvenes mayores de 18 años de la Provincia claretiana de Fátima, en el marco de sus actividades pastorales de verano. Junto al resto de la Familia Claretiana, preparamos una experiencia que quería ser un símil con la vida cotidiana: cómo vivir y seguir a Jesús en el camino de la vida, creciendo en fraternidad, compromiso y conocimiento interior.
De la mano del Corazón de María, desde donde nos disponíamos a avanzar km a km por tierras gallegas, partimos el 30 de julio desde Vilanova de Cerveira, una población situada al norte de Portugal en la frontera con Galicia, a orillas del río Miño. Un día de retiro marcó el inicio de nuestro camino, que con una media de 20-22 km al día y pasando por lugares como Gondomar, Vigo, Pontevedra, Redondela, Portas, Pontecesures… llegamos a Santiago de Compostela, donde la Plaza del Obradoiro nos acogió con todo el esplendor de su catedral y un sol abrasador que no hizo más que calentar la ilusión y la efusividad que supone llegar hasta aquí después de mucho camino andado, heridas, lesiones y alguna que otra lágrima.
Una experiencia que refuerza lazos, que abre nuevas perspectivas a la propia vida; experiencia de superación física y de crecimiento espiritual. El Corazón de María, presente cada día en la Eucaristía y en las oraciones, nos cuidó y como siempre hacen las madres, nos llevó con mimo hasta el encuentro de su Hijo, removiendo la vida y provocando inquietudes.
En Ella, en su Corazón Inmaculado, y con el deseo ardiente de Claret de llegar a todos los rincones del mundo, volvimos a casa renovados y encendidos en la misión y en la vida.
Gracias a Dios por lo vivido y compartido en Familia Claretiana en estos días. Ojalá el Señor caldee los corazones de estos jóvenes y los impulse en su seguimiento.