Esta Semana Santa hemos estado, junto con nuestros hermanos claretianos y varios jóvenes de diferentes lugares del sur de España, en Valencia del Ventoso (Badajoz). ¿Para qué? Sencillamente, para compartir los días centrales de nuestra fe en un lugar y con unas personas concretas. Ha sido un tiempo de GRACIA en el que hemos palpado el paso del Señor por nuestras vidas. Una experiencia que ha tenido lugar desde dos perspectivas diferentes pero totalmente complementarias: la pascua misionera y la pascua contemplativa. Dejemos que sean algunos de los participantes los que nos abran su corazón para asomarnos a lo que ha pasado por ahí estos días.
PASCUA MISIONERA
Esta Semana Santa jóvenes de entre de 17 y 20 años hemos tenido la oportunidad de vivir una semana llena de entrega, amor, acogida y fe. Hemos tenido la oportunidad de vivir una Semana Santa diferente, dándole el sentido que realmente tienen la pasión, muerte y resurrección de Cristo y que olvidamos en muchas ocasiones.
Unos días antes del Domingo de Ramos me ofrecieron la posibilidad de pasar las vacaciones en un pueblo de Badajoz, Valencia del Ventoso, dejando atrás mis planes previstos: descansar, salir, ver cofradías, hacer mi estación de penitencia… Pero abriendo las puertas a una nueva experiencia en la que ejercer de misionera, salir de mi zona de confort y acercarme a Dios.
En un curso en el que no paramos de estudiar, el estrés es abundante y el tiempo brilla por su ausencia, es muy fácil que nos olvidemos de Dios y descuidemos nuestra relación con Él. Era consciente de que necesitaba dedicarle tiempo a Dios y a los demás, aprender más allá de los libros y sabía que no me iba a arrepentir, aun sin saber qué era lo que nos esperaba allí.
El primer paso y el que provocó en nosotros más nervios fue conocer a las familias que se habían ofrecido a acogernos en sus casas, a nosotros, unos absolutos desconocidos para ellos. Cada una de estas familias han sido un regalo y reflejo de Dios.
De domingo a miércoles fueron días de contacto muy intenso con el pueblo, de actividades con niños desde los 5 hasta los 18 años, oraciones por las mañanas con el pueblo, ensayos de cantos, visitas a enfermos, participación y animación en las misas como coro… Nos sorprendió la acogida que tuvimos desde el primer día, pensábamos que nos iba a costar enganchar a los jóvenes, pero nos encontramos con la participación de más de 100 niños cada día.
La segunda mitad de la semana fueron días de mucha organización para asegurarnos de que todas las celebraciones salían bien para acabar con la más importante: la Vigilia Pascual. La celebración central de nuestra fe, que nos llena de alegría porque Jesús ¡ha resucitado!
Todo fue increíble: las lágrimas de los niños al despedirse de nosotros, la Iglesia llena el último día, las palabras de agradecimiento de las familias, la entrega absoluta, el amor y el cariño de todo el pueblo, todo lo aprendido… sentir a Dios tan cerca. Él nos pide que nos arrodillemos para lavar los pies a nuestros hermanos, que carguemos con el peso de nuestras cruces diarias y que seamos felices porque Él está con nosotros y no nos abandona.
Ha sido una experiencia que nos ha permitido sentir a Dios en las personas, predicar Su Mensaje con acciones y recordar el verdadero sentido de la Semana Santa. Solo podemos dar las GRACIAS a los Claretianos, a las Hijas del Corazón de María y a Valencia del Ventoso por cuidarnos, y a Dios por poner esta experiencia en nuestras vidas.
Reyes Díaz