El Espíritu sigue soplando sobre ese sueño de Claret que iba tomando forma. Recordamos que en Plasencia comenzó el primer brote y que, poco a poco, fueron surgiendo otros en diversos lugares. Las hijas del Corazón de María, llevadas de la mano de sus hermanos claretianos, tenían ya incluso una norma escrita: los Estatutos de 1944.
Los Estatutos, sin duda, imprimieron un gran impulso al Instituto, favoreciendo la fundación de nuevos Centros. El año 1944 ve nacer un Centro en Madrid, y el 1945 en Santo Domingo de la Calzada, Sallent, Don Benito y Sanlúcar de Barrameda. A éstos le siguieron otros en Valladolid, Granada, Zamora, Córdoba y Jerez de los Caballeros.
Pasaron los días, los meses y los años, con nuevos brotes que regar en los centros de Ciudad Real, Segovia, Aranda de Duero, Játiva, Zaragoza, Lérida, Tarragona, Balaguer, Barcelona y Sabadell.
Posteriormente en 1949 comienza el Instituto en Portugal. De 1950 data el núcleo de Bilbao. Surgen después otros dos en Calahorra y San Sebastián.
Por otra parte, los hijos del P. Claret, diseminados por América, casi simultáneamente siembran la misma semilla al otro lado del océano. En 1952 se reseñan los primeros datos en Perú, concretamente en Arequipa. Hacia 1950 tenemos noticias en Bogotá y poco después también en Buenos Aires.
Entre tanto, dos acontecimientos importantes. El 16 de julio de 1943, la Sagrada Congregación de Religiosos, aprueba las “Obras Propias” de la Congregación Claretiana. Esta será la primera “forma jurídica” de nuestro Instituto. Además, el 1 de octubre de 1946 el Gobierno General de la Congregación aprueba, a título experimental, los Estatutos de la Asociación, de “la Institución”, como comenzó a llamársela desde entonces, y son los primeros Estatutos de carácter general.
Todos estos nuevos Centros eran autónomos, si bien adoptaban los Estatutos que iban siendo aprobados. La idea primitiva de Claret que publicó en 1850 casi un siglo después iba dando fruto, y fruto abundante.