Porque durante esta Semana Santa es a lo que se nos invitaba, a AMAR.
Durante 5 días y coincidiendo con los días previos al Triduo Pascual, el grupo de jóvenes de la parroquia del Pilar nos fuimos de campamento a Las Palmas de Gran Canarias. Este año era algo diferente, estrenábamos lugar y además venía un grupo de chicos que no pertenecían a la parroquia, pero la ilusión y las ganas de compartir unos días juntos hacían desaparecer esos miedos e inseguridades que siempre en los días previos iban surgiendo.
Y el día 7 llegó, ochenta y dos personas entre jóvenes y catequistas nos embarcábamos en una gran historia, un cuento de amor, el cuento de AMOR… porque de eso iba nuestra Prepascua, de cuentos. Pero el mejor de los cuentos, uno que comenzó en un pequeño portal de un lugar llamado Belén. Porque allí comenzó el más bello de los cuentos de Amor, el de Dios con su Hijo, Jesús.
Un cuento en el que no faltaría de nada, entrega, confianza, servicio, incluso conflictos e injusticias, pero sobretodo generosidad, misericordia, compasión y sin lugar a dudas Amor, el de un Hijo por su Padre y el de un Padre por sus hijos, nosotros.
Por Amor, Jesús aceptó la Voluntad de su Padre y nosotros durante esos días iríamos acompañándole en esta historia de Amor, haríamos el camino y la entrada a Jerusalén (Amen, allí en Jerusalén), acompañando a Jesús en su borrico mientras era vitoreado y alabado por un pueblo que con el tiempo le iba a traicionar. Le acompañaríamos en la última cena, en su camino a la Cruz (Amén, así con tilde), cuando le creíamos muerto (Amen, así en la Palabra), en su Resurrección… y Amen, allí en Galilea, donde comenzó todo.
Pero Dios no sólo escribió un cuento de Amor con Jesús, sino que también ha escrito uno con cada uno de nosotros, bueno, ha escrito y aún escribe con cada uno de estos 50 jóvenes que iniciaron el viaje. Un cuento en el que la historia de Amor ya está pensada de principio a fin, un cuento que Dios quiere que escribamos juntos, una historia de amor que empezó hace ya tiempo y a la que durante estos días de campamento íbamos a ir dando forma, íbamos a adentrarnos en cada línea, en cada párrafo, en cada coma y en cada punto, reflexionando sobre nuestra vida, con qué y cómo llenamos nuestro corazón, nuestras traiciones, nuestras negaciones, nuestra manera de servir, de entregarnos al hermano, incluso de nuestro morir en lo pequeño del día a día y que tanto nos cuesta a veces. Una historia única y sólo hecha para cada uno.
Después de los días vividos, hemos intentado que nuestros jóvenes se quedaran con una cosa, y es que este es un cuento en el que aún queda mucho que contar, por escribir, por VIVIR.
No dejes nunca de escribir tu cuento de Amor… con Dios.